miércoles, 1 de julio de 2009

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Indicaciones: Desarrolle las 4 actividades en su cuaderno.

Puede pegar la guía en su cuaderno
Fecha de entrega: viernes 10 de julio

Expresión oral y escrita: La narración (I)

La narración consiste en contar o narrar una serie de sucesos, reales o imaginarios protagonizados por unos personajes en un espacio y un tiempo determinados.

El narrador o punto de vista

Narrador protagonista

Interno

Narrador personaje secundario

Narrador

Omnisciente

Externo

Observador

Cuando el relato se hace desde dentro de la historia porque uno de los personajes la cuenta, estamos ante un narrador interno o en primera persona. Este personaje que cuenta la historia puede ser el protagonista, en cuyo caso estamos ante un relato autobiográfico, o también un personaje secundario.

Cuando la historia se cuenta desde fuera porque el narrador no participa en ella, estamos ante un narrador externo o en tercera persona. Hay que distinguir aquí dos tipos: el narrador omnisciente y el narrador que actúa como mero observador.

El narrador omnisciente se llama así porque actúa como si conociera todas las circunstancias del relato, hasta el punto de saber que es lo que sienten, piensan y sueñan los personajes. Se trata de un narrador subjetivo porque puede manifestar su opinión sobre cualquier aspecto de lo que sucede en el relato.

El narrador observador cuenta simplemente aquello que puede verse o captarse, pero no se introduce en los pensamientos de los personajes. Se trata de un narrador imparcial u objetivo que actúa como lo haría una cámara cinematográfica.

ACTIVIDAD 1

1.Lea los tres textos siguientes y explica cual es el tipo de punto de vista o narrador que en ellos se utiliza:

Trasponía el sol las chatas montañas, blancas y negras colinas de Saimor, Cerro de los Palomos y Santa Catalina, volcán. Por la llanura de jables y caliches corrían las sombras de los montes como tres dedos negros. Atrás, lejos aún, venía la sombra grande. la sombra de Timanfaya, que ya no es ni sombra de cordillera. Por allí está la Montaña del Fuego, que es el corazón y permanece caliente como si la isla recién acabase de morir.

Sobre las cenizas del Llano de los Ajaches están las ruinas de San Cristobalón, que fue iglesia o ermita, y de la cual sólo quedan cuatro muros bien desvencijados.

De la figura de don Abel, pocos trazos tenía yo en mi cabeza. [...]

En medio del llano, y tal como me habían dicho, se alzaba un gran cono de cenizas volcánicas, un cráter fósil rodeado de tierras negras y rojas con manchas claras de feldespatos y calizas. [...] Una figura con amplio sombrero de paja trenzado se entretenía en vaciar cubos de agua en una especie de poceta formada con lajas y cal. Estaba de espaldas a mí y se encorvaba para derramar el líquido lentamente. Tenía sobre los hombres a modo de chaqueta, una vieja guerrera de soldado con parches de otra tela en los codos, sin botones, hombreras ni bolsillos. A juzgar por lo que se veía, el vestido parecía aún más viejo y descuidado. Cuando negro pudo ser nuevo, pero ahora, aquella especie de faldón tenía un color entre verdoso, pardo. gris o ceniza que yo nunca he sabido distinguir, porque es el color de los gatos más vulgares. Una tierra rojiza, propia de los contornos, se adhería al ya encartonado tejido. [...]

Le di las buenas tardes pero no me contestó. Ni siquiera se volvió para verme. Continuó un rato echando lentamente el agua en la poceta. Yo me senté a descansar, esperando que me brindase un poco del apreciado líquido [...]”.

Rafael Arozarena, Mararía. Interinsular Canaria, S/C de Tenerife. 1983, pp. 189-190.

Nico, Nardi y el Mutana se quedaron en su escondite, en tanto que Pipo se acercaba sigilosamente hasta la furgoneta. Tras rodearla, miró por la ventana que daba al muro y comprobó lo que ya suponía. El coche no tenía alarma y, si disponía de ella, la extraña pareja no la había conectado. No se veía, en la oscuridad de la cabina interior, ninguna luz roja ni fija ni intermitente. Pipo Luque sacó de su bolsillo una navajita suiza multiusos que llevaba siempre consigo, la abrió por la parte de la tijerilla e introdujo una de las puntas en la cerradura. Al mismo tiempo. con el codo, dio un golpe seco unos centímetros por debajo de la manija situada justo encima de la ranura en la que estaba hurgando. Estaba chupado: ésa era su especialidad. «Zas». Apenas un chasquido seco. El fechillo del seguro saltó inmediatamente hacia arriba. Con muchísima cautela y muy despacio, Pipo Luque abrió lo suficiente la puerta como para introducirse. con una leve contorsión, en el interior del vehículo...

El Mutana, el Bombillo y el Candiles se esforzaban por ver qué hacía Pipo, pero no lo conseguían. La furgona quedaba debajo de un laurel de enorme copa que tapaba la iluminación de las farolas. [...]

Al veteranísimo fotingo del inspector le costó Dios y ayuda trepar por los empinados caminos de La Matanza hasta llegar, entre resoplidos agónicos del motor, lo más cerca posible de donde tenía lugar el fenómeno. La historia del Bicho de Los Realejos se repetía, según pudo observar Chinea, con total exactitud. El paraje, cerca de la ermita de Las Cruces, al lado justo del endiablado barrancode vertiginosas paredes y profusa vegetación, estaba lleno de coches —no había modo de aparcar— y aparte de los guachinches cercanos, abarrotados de una clientela inusual, se habían instalado todo tipo de negocios ambulantes por los alrededores: hasta una máquina de azúcar algodonoso, además de quioscos de helados, freidurías y los típicos chiringuitos que expandían en el ambiente el fuerte olor de la carne de fiesta. El caso es que, entre el vocerío de los excursionistas, alguna que otra guitarra parrandera, las discusiones y el calor de los envites de cartas, si del fondo del barranco provenía algún ruido inquietante o misterioso, ahora no se podía oír... Chinea encendió uno de sus puros. Se sentía a gusto metido de lleno aunque sólo fuese como observador, en estos tenderetes ajenos al calendario laboral y a los festejos que se montaban, de vez en cuando, las buenas gentes noveleras.

José H. Chela, Pipo Luque y el inspector Chinea. Editorial Santillana (Alfaguara). Madrid, 1996, pp. 89-96-97.

“Paulina la miraba de reojo.

Ahora Carmen se había puesto la blusa por encima del traje de baño, recogiéndola con un nudo a la cintura; estaba tendiendo la falda a secar. Oyó a Daniel que la llamaba. Tenía una pinta divertida, el otro, rascándose la nuca y con la cara toda roja de sueño y las marcas de la tierra que se le habían grabado, como una viruela, en la mejilla. Sacó una voz como asustada:

—¿Dónde se han ido todos?

Carmen se sonreía de verlo así.

—Allí están, hombre —le dijo—, allí están, ¿no los ves?

R. Sánchez Ferlosio, El Jarama.

Tema y argumento

No son la misma cosa.

El argumento es la sucesión de acciones, hechos o anécdotas que el narrador va contando. Así cuando explicamos el argumento de una película o de una novela, resumimos los hechos más significativos de esa novela o esa película, pero señalando las relaciones lógicas entre ellos.

El tema es aquella idea principal que el autor de una narración ha querido explicar o transmitir.

Léxico y vocabulario: Variedades sociales de la lengua

Existen diferentes niveles en el uso de una lengua: habla culta, habla coloquial y habla vulgar. Se llaman también variedades sociales de la lengua o registros.

El habla culta (o nivel culto) representa el uso más cuidado de la lengua. Es tenido como modelo de corrección y aparece sobre todo en los textos científicos y literarios.

El habla coloquial (o nivel coloquial) es el que usan habitualmente la gran mayoría de los hablantes de un nivel cultural medio para la comunicación en la vida cotidiana. El habla coloquial constituye la lengua estándar, que es la utilizada, por ejemplo, en los medios de comunicación.

El habla vulgar (o nivel vulgar) es el uso descuidado —y en la mayoría de los casos incorrecto— de la lengua, y se manifiesta en el empleo de vulgarismos.

Como variedad intermedia entre el habla coloquial y el habla vulgar encontramos el habla familiar, que es la que usamos con las personas de nuestra confianza.


ACTIVIDAD 2

2. Clasifique la palabras egún el nivel léxico correspondiente —culto, coloquial, familiar o vulgar:

electroencefalograma crecer

coyuntura amoto

conducí estúpido

detractor resbalar

catear cole

agüelo sexagenario

ACTIVIDAD 3

3. Relacione las palabras siguientes según su significado y podrás formar cinco grupos de sinónimos. Después clasifícalos según su nivel léxico. Utilice diccionario.

cara, gordo, cárcel, morir, presidio, rostro, chirona, obeso, fallecer, semblante, grueso, expirar, gordinflón, prisión, fisonomía, diñarla.

cara

n. léxico

gordo

n. léxico

cárcel

n. léxico

morir

n. léxico









Gramática: El verbo (I)

Afuera sonó, seco, un disparo de pistola. Se apagaron las luces. Chocando unos contra otros, en la oscuridad, los tres detectives se precipitaron hacia la puerta.

El primero en llegar a la escalera fue Spade. Oyó por abajo un ruido de pasos precipitados, pero no pudo ver nada hasta que llegó al primer rellano de la escalera, donde a la luz de la calle que entraba por la puerta abierta distinguió, dando la espalda a ésta, la silueta de un hombre de pie.

Dundy, que iba tras Spade, encendió su linterna y un haz de luz blanca iluminó el rostro del hombre.

Dashiell Hammett, Sólo pueden ahorcarle una vez

Definición

El verbo, elemento esencial en la narración, expresa una acción, un suceso o un estado y, a diferencia de otras clases de palabras, indica tiempo.

El verbo es el núcleo del predicado; junto con el sujeto, constituye la oración:

Se apagaron las luces.

Fíjese en la concordancia de número que se establece entre el sujeto y el verbo. Si el sujeto estuviera en singular, el verbo también lo estaría:

Se apagó la luz.

ACTIVIDAD 4

1 .Subraye los verbos del texto anterior.

2. Señale los sujetos de los verbos que has subrayado.

3. En las siguientes oraciones, sustituya la secuencia en negrita por una forma verbal:

No le da vergüenza sacar esas notas: No le avergüenza sacar esas notas.

—Pedro hace colección de postales de cine:

—Me pone triste verlo sufrir así:

—Antes de que se haga de noche, vuelve a casa:

—Le dio bofetadas hasta dejarlo en el suelo:

—Miguelito tira piedras a los gatos callejeros indefensos:

La voz verbal

Expresa la relación entre el verbo y la persona que actúa como sujeto gramatical:

—Si el sujeto realiza la acción estamos ante la voz activa:

Pedro compró un disco de Elvis Presley

(sujeto agente)

—Si el sujeto no realiza la acción, sino que la padece, se trata de la voz pasiva:

Un disco de Elvis Presley fue comprado por Pedro

(sujeto paciente)

4 Exprese en voz pasiva las siguientes oraciones:

—Nunca oirás esa canción.

—Mis primos han alquilado un piso muy lujoso.

—Encontramos un perrito abandonado.

—Juan Carlos había visto esa película.

—Manuel critica con frecuencia a los amigos.

El modo verbal

Expresa la actitud del hablante respecto a la acción verbal. Según esta actitud, el verbo aparece en uno de estos tres modos:

Indicativo: el hablante presenta los hechos como reales:

Marta estudia matemáticas.

Ayer nevó en la montaña.

El domingo iremos de excursión.

Subjuntivo: el hablante presenta los hechos como irreales, probables, dudosos o deseables:

Quizá Marta estudie matemáticas.

Ojalá nieve.

Si pudiéramos ir de excursión....

Imperativo: el hablante expresa un mandato o ruego:

Marta, estudia matemáticas.

Tiempo y aspecto verbales

El tiempo expresa el momento en que se desarrolla la acción del verbo:

Pasado Presente Futuro

Canté Canto Cantaré

El aspecto expresa si la acción se entiende como acabada o como inacabada:

Aspecto perfectivo: la acción se da por acabada.

Aspecto imperfectivo: la acción se entiende como inacabada.

Presentan aspecto perfectivo todas las formas compuestas y el pretérito perfecto simple; presentan aspecto imperfectivo todas las formas simples a excepción del pretérito perfecto simple.

6 Subraye todas las formas verbales del siguiente texto y clasifíquelas según el modo en que aparezcan (indicativo, subjuntivo o imperativo):

«Volvimos a Masdache por La Geria. Viniendo no habíamos encontramos la más mínima vegetación. Allí, donde antiguamente se encontraban los pueblos mas florecientes de la isla, sólo se ve esterilidad. El musgo no ha crecido todavía en esas lavas que en el siglo pasado sepultaron poblaciones enteras. En cambio, en el camino que recorrimos al regreso no ocurre lo mismo. En La Geria todo está cultivado, como en las otras islas, pero después de esta aldea hasta Masdache, las habas y las vides están plantadas en el fondo de agujeros amplios de cerca de 1,50 metros y de 60 a 75 centímetros de profundidad. La capa de arena volcánica tiene este espesor y hay que quitarla hasta llegar a otra capa compuesta de cenizas y de arcilla que, por su mezcla con la misma arena, forma un terreno fértil. Si no fuera por la sequía, se cosecharía mucho en los sitios en que el suelo ofrece esta constitución. De esta manera es como está plantada toda la propiedad de Masdache. Las raíces de la vid penetran en las capas donde encuentra alguna humedad y me han mostrado cepas gigantescas que en ciertos años dieron cerca de una pipa de vino (cinco hectolitros)».

René Verneau, Cinco años de estancia en Canarias

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